sábado, 19 de enero de 2008

Perdido en la inmensidad - 1

I

Se levanta el sol tras el grueso muro de los Andes. Comienza, en un despejado día primaveral, el amanecer de toda una era, luego del largo ocaso de la desesperanza.

Está lejos. Quieto al fin. Como un ave al final de la tempestad. Decidido a volver, deja arrastrar su cuerpo por la suave fuerza del ferrocarril, desde la capital a su hogar, o a los escasos vestigios que aún queden de él.


Luce tranquilo, ligeramente adormecido, con la mirada perdida en las breves cumbres de Angostura, y el recuerdo de unos cuantos kilómetros al norte.



El día límpido, calido, acariciando cerros, montes, espinos, álamos, chacras y campos con un tibio manto de luz, parece más una promesa que un día de verdad. En cada rincón de este remoto país la mañana descubre una multiplicidad de detalles, formas y sombras tan fugaces como el paso de este tren.

(continuará) 2003

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