jueves, 6 de octubre de 2011



Berlín es una de las ciudades del mundo sobre las que más se ha escrito, que más se han destruido y donde más se ha construido en el último tiempo. De hecho, es todo un riesgo aventurarse plasmar 2 líneas con sentido sobre las impresiones que despierta la capital de Alemania, sin caer en los clásicos lugares comunes de la nacismo, la guerra fría y el renacimiento de la ciudad.

De todos los lugares comunes que abundan, uno de los más sugestivos es la idea de que Berlín es pobre, pero sexy. De acuerdo a lo señalado por su alcalde en 2004, en una entrevista: "Berlin ist arm, aber sexy." (Berlín es pobre, pero sexy) ¿Qué tan pobre es Berlín?, para cualquiera que haya sido criado en una metrópolis de América Latina, esa frase suena casi a un insulto. Puede que sea más pobre que Londrés, París o Munich, pero pobre no es en absoluto. Veamos solo, como están las ciudades de al rededor. En comparación con la situación del resto de la ex-RDA, Berlín goza de una situación esplendorosa.

Donde si le he de encontrar razón al alcalde es que Berlín es una ciudad sexy. Una ciudad atractiva, que dista mucho de los niveles de elitismo e inmovilidad que se pueden encontrar en otras grandes capitales europeas. Acá en cambio da la sensación de una ciudad vivida, dinámica, contradictoria, con áreas grises y otras verdes, con gente en las calles, paseando en los parques, en bicicletas por las avenidas, una ciudad aún en construcción, con edificios abandonados, ocupados o a mal traer. Una ciudad con proyectos inacabados, con memoriales, pero sin temor a destruirla y rehacerla una y otra vez. Un lugar donde es posible sorprenderse con bastante facilidad. Donde encontramos, por ejemplo, el graffitti de la foto, invitando a los italianos a reaccionar.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

A la sombra del árbol de Goethe



Caminando entre las piedras y adoquines de la pequeña ciudad de Weimar, en Turingia, se comprende rápidamente la particular relación que Goethe tenía con los árboles y la naturaleza. Hay tiendas, museos y souvenirs que recuerdan está relación. El parque más grande e importante de la ciudad, de varios kilómetros de largo entorno al río Ilm, fue diseñado por el propio Goethe, y por estos lados a él se le atribuye el haber introducido el Ginko Biloba. Lo cierto es que al menos un poema del gan poeta alemán fue inspirado en las propiedades del bendito árbol.

Sin embargo, sobre todos los árboles que adornan la ciudad, sus parques, bosques y alrededores, hay uno que destaca sobre los demás, encerrando una rica y dramática historia. Se le conoce como el "árbol de Goethe". Un viejo roble a la sombra del cual el poeta se tendía a pasar las tardes con Charlotte von Stein, una dama de compañía de la duquesa de Weimar.

Quizó el destinó que cuando los nazis construyeron el campo de prisioneros políticos de Buchenwald en 1937, en la colina Ettersburg donde otrora la burguesia y nobleza de Weimar iba de paseo, el bendito roble de Goethe quedara encerrado en su interior. El árbol pronto se convertiría en un símbolo, él de cierto modo representaba al gran poeta alemán, que constituye parte esencial del alma de la cultura alemana, sirviendo como luz de esperanza para muchos prisioneros en medio de la barbarie a la que eran sometidos.

Sin embargo, hacia el final de la guerra un bombardeo estadounidense alcanzó al campo, incendiando el celebre árbol, debiendo ser talado. Si bien, las bombas incendiarias no fueron suficientes para borrar la memoria de Goethe, si bien solo sobrevive en el lugar un pequeño chongo. En medio de la soledad del campo desmantelado en 1950, permanece como mudo testigo de la barbarie de la guerra, la base talada del árbol que en algún momento inspiró a una de las mentes más lúcidas de la historia de ese país y que hoy recibe a miles de visitantes. Como si fuera un prisionero mutilado que se niega a abandonar el campo

miércoles, 16 de marzo de 2011

Taranto, viviendo bajo el hedor de la siderúrgica




A los pies de la siderúrgica más grande Europa occidental aún en funcionamiento, se extiende una de las ciudades más antiguas de Italia, Taranto. No bastando las altas tasas de desempleo, una profunda crisis económica y la progresiva perdida de población, la ciudad debe enfrentar el envenenamiento cotidiano de su población con una infinidad de agentes químicos que producen sus industrias.

Contaminando ,con dioxinas, plomo, mercurio, cadmio, bencina, cromo, cinc, cloro, cobre, niquel y dioxido de carbono, entre otros el aire, la tierra, el mar, hasta las napas subterraneas y desde luego a la población. Cuenta su población que en verano deben pasar el día entero soportando los 35° con las ventanas cerradas, pues el hedor de la siderúrgica y la refinería de petróleo es insoportable.

Una joven madre nos contó, por ejemplo, que en el hospital toman muestra de la leche materna para controlar el nivel de dioxinas que contiene, pero ella no quiso que analizaran la suya, para no saber cuanto estaba envenenando a su hijo. Los pediatras, por su parte, recomienda que luego de salir a jugar a la calle a los niños de los barrios cercanos a las industrias, los laven para que se les quite de encima el rojizo polvo de hierro que arrastra el viento por todos lados.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Mendigos en Amsterdam


El viento húmedo hacía aún más fria una noche, de por sí poco hospitalaria. Solo y por primera vez en esta ciudad, no lo pensé dos veces y me lanzé a recorrer sus calles. Sin saber muy bien cómo, llegué a un punto en que los caminos se bifurcaban, por dos lados se extedían canales y por otro se accedía a una plaza. Me detuve un segundo, intentando en vano fotografiar una torre en medio de la oscuridad anaranjada por las luces de la ciudad.

Me interrumpe la amable voz de un anciano, de barbas blancas y un ojo desorbitado, que en un inglés bastante mejor que el mío comenzó a explicarme lo que tenía en frente. "Ese es la Munttoren, una de las entradas de la ciudad medieval", contándome un poco su historia y orientándome en la ciudad, añadiendo luego, que vivía en las calles a pesar del frio, pidiendo cortezmente si tendría una moneda que darle. Retribuída la información turística, me despedí dándole las gracias.



Continué mi camino hasta detenerme en la desierta Plaza Dam, donde se me acercó un sujeto unos 40 años, diciendo algo en neerlandés que no comprendí. Peguntando acto seguido de dónde era, si era primera vez que estaba en la ciudad y que había venido a hacer. Sacando a colación a Salas y Zamorano, como queriendo lograr cierta complicidad, me cuenta que es refugiado serbio que arrancó hace unos 10 años de Kosovo, donde las milicias albanesas habrían asesinado a toda su familia, habiéndose salvado solo por hablar albanés y hacerse pasar por uno de ellos. Pidiendo por cierto, una moneda él también, luego de aclarar que vive en la calle de manera ilegal pues se le acabó la condición de refugiado y no tiene trabajo.

Sin salir aun de mi asombro y dudando seriamente si volver a detenerme a fotografiar algo nuevamente, continué raudo mi camino ...

martes, 15 de febrero de 2011

Nápoles, una joya oculta en la basura




Parecía una ocasión propicia. Luego de meses y hasta años de "emergencia sanitaria" por la cantidad de basura que se aglomera en sus calles, el gobierno de estas tierras decidió limpiar las principales calles del centro de Nápoles, para aplacar las críticas que le acusan de no gobernar, ganando de paso algunos puntos entre la población napolitana. Llamó al ejército y en pocos días Nápoles lucía, sino reluciente, al menos normal.

Considerando lo inmediatista y populista de la medida, era obvio que en pocos meses la situación volvería a ser la de antes, y no sería posible volver a la ciudad sin tropezarse con bolsas de basura por doquier. Razón por la cual, había que aprovechar esta oportunidad para pasear por la bellísima metrópoli campana. La ciudad es esplendida, posee un patrimonio histórico, arqueológico, artístico, cultural y culinario, que harían palidecer a casi cualquier ciudad del mundo, sin embargo permanece relegado en un lugar secundario e inexplicablemente poco cuidada.

El invierno italiano esta vez nos ha regalado largas semanas de sol y temperaturas templadas, mientras medio hemisferio norte se congela. Así una bella jornada de sol, paseando por la costanera napolitana es una delicia. Poca gente, el mar calmo y en el centro la animación de siempre. Motos pasando por todos lados, pilotos sin casco, gente caminando tomada del brazo, jóvenes exagerando gestos y mujeres muy arregladas mostrándose en via Toledo. Luego un paseo por Piazza del Plebiscito (con sus 25.000 m²), una visita al Castel del'uovo y un buen café por ahí, más tarde una pizza napolitana e ir a reposar al departamento en los "Quartieri Spagnoli".



domingo, 9 de enero de 2011

Una mañana de invierno en Weimar



El frío calando en serio. Un despertar silencioso. La promesa de un desayuno abundante y una larga jornada por delante. Ante mi un anónimo patio interior, ordenado y quieto, como muchos otros en Weimar. Pequeña y tranquila ciudad de provincia, que vio pasearse por sus salones a Goethe y Schiller, florecer la más importante corriente arquitectónica del modernismo de estas tierras e fundarse en su viejo teatro remodelado la república alemana de entre guerras, apelando a su tradición intelectual y pacifista. Aquel débil interregno republicano, que sucumbió ante el autoritarismo y el peso de la historia. La misma que vio construir el Campo de Concentración Buchenwald a pocos kilómetros de distancia y que vio pasar tropas soviéticas por sus calles, quedándose por décadas. Sin poder aun despertar de su largo letargo, la ciudad se apresta a un nuevo gélido día, en silencio y orden. Como siempre.

martes, 4 de enero de 2011

Estación Central de Leipzig


Construida a partir de 1909 e inaugurada en 1915, en su momento fue la estación de trenes más grande de Europa. Otrora próspera ciudad comercial e industrial de Sajonia, Leipzig, recibe aun a los visitadores en esta monumental obra neoclásica, reconvertida en un centro comercial de 3 plantas. A pesar de que la ciudad perdió la importancia y centralidad de antaño, sigue conservado un gran atractivo y una gran historia. De los 718 mil habitantes que tenía en 1930, en 1998 llegó a contar tan solo 434 mil, subiendo hasta llegar a los 518 mil de hoy en día. En la imagen, es posible apreciar el corredor central de la esatción y la infinidad de lámparas colgantes que penden del techo, unos días antes de la navidad.