domingo, 20 de enero de 2008

Perdido en la inmensidad - 2

II

Extraviado del mundo, sin otro motivo que perder la vista en la inmensa soledad atacameña. Sin otro sonido que el azote permanente del viento. La sequedad eterna, muda, estéril, dormida, ahoga cualquier asomo de palabra. Miles de cabezas desiertas, golpeadas por la fría aridez de la ventolera incansable, esconden el océano de sal entre sus cuerpos erosionados, areniscos, y la silente magnificencia de las cumbres andinas.

Con la paciencia de las rocas golpeadas por el mar, las piedras rojizas muerden el polvo gris de un tiempo extinto. Aguardando un final anunciado hace siglos, sin emitir palabra alguna, ahogando los quejidos amargos del paso inútil de los días, sin más novedad que el eco fugaz del rebaño humano invadiendo su descanso perpetuo.

Tierra condenada al silencio, a la soledad desnuda, seca. La paciencia infinita de cambios glaciares. La sequedad salina de llanuras blancas, apenas resguardadas por la elegancia frágil de flamencos asustadizos y negligentes.

Sentado. Absorto. Las palabras apenas son capaces de balbucear una idea, en la incontenible marea de sensaciones que esta extensión interminable de desiertos, valles y quebradas desnudas, con llagas de miles de años sobre su epidermis resquebrajada, es capaz de evocar. Salen a borbotones por cada poro, como un torrente ansioso, millones de sensaciones indescriptibles, tras cada cambio de color, giro de sombra o montaña en silencio.

Quisiera que estas hojas pudieran, al menos llevarse un trozo, una imagen, una sensación. Temo que después de este minuto no vuelva ser capaz de articular palabra alguna. Quien sabe, quizás el ahora es sólo sentir, vivir, dejar llevar el proyecto íntimo lo más lejos posible, sin pensar. Cerrar los ojos, olvidar el vacío y lanzarse abrazando al viento, simplemente a vivir la vida.

El sol continúa su marcha inexorable, en todos lados las infinitas tonalidades café, amarillas, rojizas, blanquecinas, grises, ocres, liliáceas y anaranjadas, van mutando, alargando sombras, cual si la tierra hubiese decidido echarse a dormir cubriendo silenciosa y paulatinamente el escenario perfecto para cualquier fin.

Todos aquellos que por aquí andamos, corremos, de cerrar la boca y dejar ir la vista hacia el horizonte eterno, el serio riesgo de perdernos, más allá de nuestra vida, dejando un trozo de nuestro espíritu errando lentamente y para siempre, por la increíble inmensidad del desierto en silencio.

(continuará) 2003

1 comentario:

J. dijo...

cada vez me llama mas la atencion este mundo del blog... no sé cómo la gente llega a leerme y me odia o me quiere según como me lean, como me entiendan o no me entiendan.
te entiendo y me encanta cómo puedes descubrir tantos lugares... y cómo puedo entender esos lugares y verlos desde ti.