viernes, 4 de abril de 2008

El viaje que nunca existió - 1

El golpe seco de las cuatro puertas del auto, al unísono, marcó el inició de una nueva salida. La mañana gris, arrastraba la extraña sensación de haber ingresado irremediablemente a una bifurcación de la vida. Lo que se aprestaba a ser, según los planes de un par de meses atrás, carece hoy de vigencia. A medida que las cuadras se deshacen bajo las ruedas, la vida alrededor parece dibujar la molesta sonrisa de la ironía; en cada rincón, en cada rostro, que se cruza por su campo visual. Habrá que conformarse con la soledad.


Pasado el primer tramo de la cortina de cerros que separan al valle del mar, el sol ya se hace complemente presente, sin los titubeos previos. La pereza del campo extendida hasta un horizonte no tan lejano, se ve poblada de innumerables corridas de álamos sin un orden aparente. Por todas partes salpicadas, entre diversos sembradíos, casas escondidas entre breves aglomeraciones de pinos añosos, canales colmados de aguas límpidas, y maizales entre praderas que cobijan la lentitud de las vacas.


Frente a ellos una carretera recta, doble, eterna, somnolienta, e inmóvil, cual si no avanzara hacia ningún lado. Cada metro similar a los cientos de kilómetros anteriores. Pocos autos. El día, sin brisa, se abre completamente soleado en las cercanías de Los Ángeles, prometiendo un calor sofocante. Un sol calcinante, que en la lentitud de Antuco parece aún más cercano. Se confabula el clima con la falta de sueño, para hacer de esta jornada, un tedio larguísimo.


Como era de prever, el día continuó agotador. Se sucedían, una a una, hileras de personas ante nuestros ojos. Sencillos. Desconfiados, algunos. Cargados de problemas y conflictos. Sentados, mecánicamente, repitiendo una y otra vez la rutina aprendida, pretendiendo sin querer realmente, responder la procesión inacabable de dudas. En sus miradas silenciosas se lee la desconfianza, extraída desde tiempos remotos, de que nada de esto servirá realmente. Como una especie de resignación aprendida.


Afuera el sol abrasador, una notable carencia de nubes y la plástica figura del volcán con tan sólo unos hilos de nieve tras un par de cerros grises. Lejos, mas allá de cualquier asomo de materialidad, donde la vida se escapa con sueños irrealizados, desde los fértiles valles de la fantasía, partió una parte su vida, cruzando un par de regiones, varias ciudades y muchos desvíos a lagos.


La tarde comienza su irrefrenable camino al ocaso. El sol, moribundo, aún quema. De vuelta al lugar de origen dejamos atrás Los Ángeles y Cabrero. Las sombras se alargan sobre la paciencia infinita del pavimento. Los campos de maíz se confunden con interminables plantaciones de pinos. La soledad de un verano olvidado sintiéndose por todos lados. En la carretera vacía y en la ciudad desierta.

Uno a uno pasa, enorme e incontenible una procesión de camiones en sentido contrario. Detenido, esperando que finalice la caravana en silencio, a la espera de que les den la luz verde; pierde su mirada más alla de la hilera de autos. Unos metros más allá del cruce a Yumbel, justo pasado el boldo que da la bienvenida al hogar de San Sebastián, el camino se entrampa en arreglos tan lentos como recurrentes. Ante la mirada curiosa de un caballo que ve pasar las últimas horas de la tarde tras las rejas de su hijuela.


La marcha se retoma. Concepción cada vez más cerca. Aunque claro, a estas alturas ya debería estar en territorio argentino, o al menos cruzando el paso internacional Puyehue. Quizás contando la conocida sucesión de chistes fomes, o quien sabe, rememorando viajes anteriores o comiendo en algún servicentro de carretera. Con la mente puesta en lo que ha de venir y planificando, sacando cuentas. ¿Cuántos kilómetros por litro estará dando el Jeep?, ¿Cuan caro será el petróleo en Bariloche?.


El sol aún no acaba de caer, sin embargo lo anaranja todo, suavizando cada loma que acaricia como un bostezo, iluminando las copas de los pinos que como niños se yerguen a recibir los últimos rayos del día. El repetitivo acceso sur a Concepción llegando a su fin. Finalmente ha comenzado el resto de la vida, los sueños se fraccionaron y abandonaron su cuerpo para emprender por su cuenta el maravilloso viaje que nunca fue llevado a cabo.




Continuará (2002)

1 comentario:

F dijo...

Otra vez recurro a la cita... y luego unas breves letras
"No hay lamentos, sólo mutaciones interminables y significaciones perdidas. Virajes microscópicos en el corazón de las palabras. La memoria está vacía porque uno olvida siempre la lengua en la que ha fijado los recuerdos."
.. de como el recuerdo al fin se convierte en una historia del presente...