miércoles, 24 de diciembre de 2008
viernes, 19 de diciembre de 2008
Antigua Estación de Trenes de Concepción, Chile
En estos días estoy de vuelta, re-encontrando lugares, personas, trozos de vida repartidos. En estos días volveré a mi ciudad, a buscar bajo la superficie de las transformaciones, las huellas de su paso por mi vida, los rincones por los que anduve, los recuerdos que flotan en el aire, los atardeceres inolvidables, los puentes interminables.
En estos días volveré, las cosas no estarán igual, tal como la antigua estación, la ciudad no será la misma, pero estoy seguro que su aire, su atmósfera, una extraña esencia inmaterial no habrá cambiado. Pues más allá de cuan lejos pueda ir, de cuantos caminos me dé por recorrer, nunca podré negar que fue aquí el lugar en el cual encontré un hogar por primera vez.
En estos días volveré, las cosas no estarán igual, tal como la antigua estación, la ciudad no será la misma, pero estoy seguro que su aire, su atmósfera, una extraña esencia inmaterial no habrá cambiado. Pues más allá de cuan lejos pueda ir, de cuantos caminos me dé por recorrer, nunca podré negar que fue aquí el lugar en el cual encontré un hogar por primera vez.
2008
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sábado, 13 de diciembre de 2008
Un giorno come tanti
Llueve, como cantaba Joan Manuel, "detrás de los cristales, llueve y llueve". Junto a las primeras luces del alba se alza presto, con seria resignación, a afrontar un día que no ofrece buenas perspectivas.
Aún resuenan los ecosde la tormenta del día anterior. Calles anegadas, tráfico suspendido en ciertas zonas, y el río amenazando con desbordarse. Al menos en consideración a la emergencia, decidieron suspender la huelga del transporte público. Piensa, tratando de darse ánimos.
En pocos minutos, luego de un desayuno a la rápida, un añejo café recalentado y jugo de naranjas, salió a la calle en silencio. Embutido en su chaqueta, con la bufanda tapándole la exalación para capear el frío, sale a la calle. Frio húmedo, que sin ser tan intenso, no deja espacios para entrar en calor, y no hace sino entumecer a todos quienes se aventuran a comenzar el día.
Camina, medio cabizbajo, unos pasos bajo una fría llovizna, deteniéndose en el mismo lugar de siempre, a esperar el autobus. Luego de quince minutos, deciende del móvil, en una estación del Metro, y aborda el tren hacia uno de los extremos de la ciudad. Rumbo al este hasta la estación terminal, en la periferia. Camina unos 200 metros, y se detiende a esperar un nuevo autobus bajo la fría llovizna gris.
En torno miradas anónimas, automóviles cansados devolviéndose por el cierre de la vía. Los árboles movidos por una ligera brisa. Pequeños charcos color tierra formados por la lluvia, restos de paraguas y periódiocos esparcidos por el doquier. Todo en medio del reino de la humedad.
Luego de unos breves minutos serpenteando por un camino tímidamente inundado, que más asemejaba a un área rural, que a una ciudad, finalmente llega a su destino. Junto a una buena cantidad de personajes variopintos, de orígines diversos y que se comunican en lenguas ininteligibles. Frente a ellos, la tosca presencia de la sede central de inmigración de la "Questura".
Un edificio horrendo, desagradablemente funcional y estéticamente insultante. Emplazado en medio de un área sub-urbana carente servicios y equipamiento urbano. Una zona donde no ni siquiera hay veredas, un teléfono público, una banca para sentarse o un café donde comprar algo para comer o beber. Más asemeja a un reformatorio o a una industria en desuso que a una repartición pública. Con sus gruesas rejas metálicas y un mar de cemento, sin ninguna clase de gusto, en ausencia de manteniemiento. Como si la fealdad fuese un valor que quisiese comunicarse. Generando una atmósfera deprimente.
Aún resuenan los ecosde la tormenta del día anterior. Calles anegadas, tráfico suspendido en ciertas zonas, y el río amenazando con desbordarse. Al menos en consideración a la emergencia, decidieron suspender la huelga del transporte público. Piensa, tratando de darse ánimos.
En pocos minutos, luego de un desayuno a la rápida, un añejo café recalentado y jugo de naranjas, salió a la calle en silencio. Embutido en su chaqueta, con la bufanda tapándole la exalación para capear el frío, sale a la calle. Frio húmedo, que sin ser tan intenso, no deja espacios para entrar en calor, y no hace sino entumecer a todos quienes se aventuran a comenzar el día.
Camina, medio cabizbajo, unos pasos bajo una fría llovizna, deteniéndose en el mismo lugar de siempre, a esperar el autobus. Luego de quince minutos, deciende del móvil, en una estación del Metro, y aborda el tren hacia uno de los extremos de la ciudad. Rumbo al este hasta la estación terminal, en la periferia. Camina unos 200 metros, y se detiende a esperar un nuevo autobus bajo la fría llovizna gris.
En torno miradas anónimas, automóviles cansados devolviéndose por el cierre de la vía. Los árboles movidos por una ligera brisa. Pequeños charcos color tierra formados por la lluvia, restos de paraguas y periódiocos esparcidos por el doquier. Todo en medio del reino de la humedad.
Luego de unos breves minutos serpenteando por un camino tímidamente inundado, que más asemejaba a un área rural, que a una ciudad, finalmente llega a su destino. Junto a una buena cantidad de personajes variopintos, de orígines diversos y que se comunican en lenguas ininteligibles. Frente a ellos, la tosca presencia de la sede central de inmigración de la "Questura".
Un edificio horrendo, desagradablemente funcional y estéticamente insultante. Emplazado en medio de un área sub-urbana carente servicios y equipamiento urbano. Una zona donde no ni siquiera hay veredas, un teléfono público, una banca para sentarse o un café donde comprar algo para comer o beber. Más asemeja a un reformatorio o a una industria en desuso que a una repartición pública. Con sus gruesas rejas metálicas y un mar de cemento, sin ninguna clase de gusto, en ausencia de manteniemiento. Como si la fealdad fuese un valor que quisiese comunicarse. Generando una atmósfera deprimente.
2008
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lunes, 8 de diciembre de 2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
Del vacío al olvido - 3
Caen una a una, mecánicamente, las pequeñas hojas de un árbol que acaba de nacer, sin siquiera emitir un quejido. Algo que apenas asomó a la vida muriendo sin saber porqué. De cuantas certidumbre se pueden llegar a tener, sólo las menos optimistas reciben algún refuerzo, una y otra vez.
La ambigüedad permanente de no poder vislumbrar que está sucediendo, la ceguera constante de no haber sabido nunca nada concreto. Viviendo a tientas, en las sombras, entre ruidos, palabras, aromas y confianzas; en la ausencia de constancias, y el exceso de promesas. Recurrentemente, la nostalgia por los días que no llegaron a ser. El vacío, la sensación molesta de haber vivido esto antes. El vacío. La ausencia de sentido. La falta de entendimiento. La nada. Cual si solo eso hubiese sucedido, en el abrir y cerrar de ojos en que imaginó un sueño. Nada.
Todo continúa su marcha tediosa. De vuelta a lo de siempre. Nada. Algunos bailán con la fea, otros se aburren de hacerlo con la hermana, y otros simplemente se ponen a bailar sin música, ante la curiosa mirada del resto. Algún esbozo de sonrisa. Miradas apáticas. Rostros vacíos, gestos sin significado. La vida continúa.
¿Ella?, de vuelta a su vida, después del breve paso por el hotel, que por cómodo que sea no se compara con el calor del hogar. El volviendo a la falta de la suya. En verdad, cuando se es nómade por accidente, cuando estamos cansados, nos detemenos o seguimos a la intemperie rumbo a ningún lado, cuan agodedora nos peude parecer la tibia habitación de un hotel. ¿Qué hacer?, ¿dónde ir luego? Se acabó el dinero, y el sol huyó hace semanas. Recogen el decorado, se llevan la publicidad, apagan las luces y cierran el local. Recordando tan sólo una vieja canción de un tal Lennon: "... dream is over, what can I say? Dream is over, yesterday."
La ambigüedad permanente de no poder vislumbrar que está sucediendo, la ceguera constante de no haber sabido nunca nada concreto. Viviendo a tientas, en las sombras, entre ruidos, palabras, aromas y confianzas; en la ausencia de constancias, y el exceso de promesas. Recurrentemente, la nostalgia por los días que no llegaron a ser. El vacío, la sensación molesta de haber vivido esto antes. El vacío. La ausencia de sentido. La falta de entendimiento. La nada. Cual si solo eso hubiese sucedido, en el abrir y cerrar de ojos en que imaginó un sueño. Nada.
Todo continúa su marcha tediosa. De vuelta a lo de siempre. Nada. Algunos bailán con la fea, otros se aburren de hacerlo con la hermana, y otros simplemente se ponen a bailar sin música, ante la curiosa mirada del resto. Algún esbozo de sonrisa. Miradas apáticas. Rostros vacíos, gestos sin significado. La vida continúa.
¿Ella?, de vuelta a su vida, después del breve paso por el hotel, que por cómodo que sea no se compara con el calor del hogar. El volviendo a la falta de la suya. En verdad, cuando se es nómade por accidente, cuando estamos cansados, nos detemenos o seguimos a la intemperie rumbo a ningún lado, cuan agodedora nos peude parecer la tibia habitación de un hotel. ¿Qué hacer?, ¿dónde ir luego? Se acabó el dinero, y el sol huyó hace semanas. Recogen el decorado, se llevan la publicidad, apagan las luces y cierran el local. Recordando tan sólo una vieja canción de un tal Lennon: "... dream is over, what can I say? Dream is over, yesterday."
2004
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