sábado, 13 de diciembre de 2008

Un giorno come tanti

Llueve, como cantaba Joan Manuel, "detrás de los cristales, llueve y llueve". Junto a las primeras luces del alba se alza presto, con seria resignación, a afrontar un día que no ofrece buenas perspectivas.

Aún resuenan los ecosde la tormenta del día anterior. Calles anegadas, tráfico suspendido en ciertas zonas, y el río amenazando con desbordarse. Al menos en consideración a la emergencia, decidieron suspender la huelga del transporte público. Piensa, tratando de darse ánimos.

En pocos minutos, luego de un desayuno a la rápida, un añejo café recalentado y jugo de naranjas, salió a la calle en silencio. Embutido en su chaqueta, con la bufanda tapándole la exalación para capear el frío, sale a la calle. Frio húmedo, que sin ser tan intenso, no deja espacios para entrar en calor, y no hace sino entumecer a todos quienes se aventuran a comenzar el día.

Camina, medio cabizbajo, unos pasos bajo una fría llovizna, deteniéndose en el mismo lugar de siempre, a esperar el autobus. Luego de quince minutos, deciende del móvil, en una estación del Metro, y aborda el tren hacia uno de los extremos de la ciudad. Rumbo al este hasta la estación terminal, en la periferia. Camina unos 200 metros, y se detiende a esperar un nuevo autobus bajo la fría llovizna gris.

En torno miradas anónimas, automóviles cansados devolviéndose por el cierre de la vía. Los árboles movidos por una ligera brisa. Pequeños charcos color tierra formados por la lluvia, restos de paraguas y periódiocos esparcidos por el doquier. Todo en medio del reino de la humedad.

Luego de unos breves minutos serpenteando por un camino tímidamente inundado, que más asemejaba a un área rural, que a una ciudad, finalmente llega a su destino. Junto a una buena cantidad de personajes variopintos, de orígines diversos y que se comunican en lenguas ininteligibles. Frente a ellos, la tosca presencia de la sede central de inmigración de la "Questura".

Un edificio horrendo, desagradablemente funcional y estéticamente insultante. Emplazado en medio de un área sub-urbana carente servicios y equipamiento urbano. Una zona donde no ni siquiera hay veredas, un teléfono público, una banca para sentarse o un café donde comprar algo para comer o beber. Más asemeja a un reformatorio o a una industria en desuso que a una repartición pública. Con sus gruesas rejas metálicas y un mar de cemento, sin ninguna clase de gusto, en ausencia de manteniemiento. Como si la fealdad fuese un valor que quisiese comunicarse. Generando una atmósfera deprimente.

2008


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