miércoles, 23 de febrero de 2011

Mendigos en Amsterdam


El viento húmedo hacía aún más fria una noche, de por sí poco hospitalaria. Solo y por primera vez en esta ciudad, no lo pensé dos veces y me lanzé a recorrer sus calles. Sin saber muy bien cómo, llegué a un punto en que los caminos se bifurcaban, por dos lados se extedían canales y por otro se accedía a una plaza. Me detuve un segundo, intentando en vano fotografiar una torre en medio de la oscuridad anaranjada por las luces de la ciudad.

Me interrumpe la amable voz de un anciano, de barbas blancas y un ojo desorbitado, que en un inglés bastante mejor que el mío comenzó a explicarme lo que tenía en frente. "Ese es la Munttoren, una de las entradas de la ciudad medieval", contándome un poco su historia y orientándome en la ciudad, añadiendo luego, que vivía en las calles a pesar del frio, pidiendo cortezmente si tendría una moneda que darle. Retribuída la información turística, me despedí dándole las gracias.



Continué mi camino hasta detenerme en la desierta Plaza Dam, donde se me acercó un sujeto unos 40 años, diciendo algo en neerlandés que no comprendí. Peguntando acto seguido de dónde era, si era primera vez que estaba en la ciudad y que había venido a hacer. Sacando a colación a Salas y Zamorano, como queriendo lograr cierta complicidad, me cuenta que es refugiado serbio que arrancó hace unos 10 años de Kosovo, donde las milicias albanesas habrían asesinado a toda su familia, habiéndose salvado solo por hablar albanés y hacerse pasar por uno de ellos. Pidiendo por cierto, una moneda él también, luego de aclarar que vive en la calle de manera ilegal pues se le acabó la condición de refugiado y no tiene trabajo.

Sin salir aun de mi asombro y dudando seriamente si volver a detenerme a fotografiar algo nuevamente, continué raudo mi camino ...

martes, 15 de febrero de 2011

Nápoles, una joya oculta en la basura




Parecía una ocasión propicia. Luego de meses y hasta años de "emergencia sanitaria" por la cantidad de basura que se aglomera en sus calles, el gobierno de estas tierras decidió limpiar las principales calles del centro de Nápoles, para aplacar las críticas que le acusan de no gobernar, ganando de paso algunos puntos entre la población napolitana. Llamó al ejército y en pocos días Nápoles lucía, sino reluciente, al menos normal.

Considerando lo inmediatista y populista de la medida, era obvio que en pocos meses la situación volvería a ser la de antes, y no sería posible volver a la ciudad sin tropezarse con bolsas de basura por doquier. Razón por la cual, había que aprovechar esta oportunidad para pasear por la bellísima metrópoli campana. La ciudad es esplendida, posee un patrimonio histórico, arqueológico, artístico, cultural y culinario, que harían palidecer a casi cualquier ciudad del mundo, sin embargo permanece relegado en un lugar secundario e inexplicablemente poco cuidada.

El invierno italiano esta vez nos ha regalado largas semanas de sol y temperaturas templadas, mientras medio hemisferio norte se congela. Así una bella jornada de sol, paseando por la costanera napolitana es una delicia. Poca gente, el mar calmo y en el centro la animación de siempre. Motos pasando por todos lados, pilotos sin casco, gente caminando tomada del brazo, jóvenes exagerando gestos y mujeres muy arregladas mostrándose en via Toledo. Luego un paseo por Piazza del Plebiscito (con sus 25.000 m²), una visita al Castel del'uovo y un buen café por ahí, más tarde una pizza napolitana e ir a reposar al departamento en los "Quartieri Spagnoli".