domingo, 31 de enero de 2010

Un día como tantos otros


Un silencio sepulcral, a penas interrumpido, por el periódico trinar de unos pájaros lejanos, cubre serenamente la totalidad de esta ciudad, cual si hubiese decidido tomarse un respiro. Afuera, el frio aire romano, aguarda tranquilo que terminen de pasar las horas, quizás cansado de azotar las ventanas y los árboles un par de horas atrás. La madrugada silenciosa de una noche de tormentas eléctricas, avanza veloz.


Amaneció nublado, gris, con una cansada lluvia intermitente. Como si hubiese estado arrastrada por la tormenta de la noche precedente. El día, recién en torno al medio día, logro sacurdirse definitivamente del lastre invernal, dando paso a una limpia y brillante jornada de sol. La cual, sin embargo, antes que pudiese desenvolverse como tal, se desvaneció fundiéndose en un ocaso frio, único y anónimo, como tantos otros.




viernes, 8 de enero de 2010

Puerta en el Arco de Jano


Este curioso vestigio del Imperio Romano en la ciudad de Roma, construido en la zona del Foro Boario en torno al año 300 después de cristo, es una especie de Arco de Triunfo doble de 16 metros de alto. Está compuesto por 4 pilares, cuyo paso bajo él forma una cruz, sobre una planta cuadrada de 12x12 metros. No obstante, no fue construido para celebrar ninguna clase de victoria militar sobre ningún pueblo y por ello no lleva el nombre de ningún emperador, a diferencia de los otros arcos y columnas de la ciudad (Constantino, Tito, Severo Séptimo o Trajano) De hecho su nombre viene de la palabra latina ianus que designaba un pasaje cubierto, y lo más probale es que haya sido una estructura que servía a los banqueros que se situaban en el Foro Boario, en honor a los cuales se había construido el Arco de los Argentarios (o bien, los que tienen lala "plata") a pocos metros.

De la multitud de construcciones que se hicieron en aquellos años, la gran mayoría fue consumida por el paso de los años, sirviendo de cantera para iglesias y palacetes medievales y renacentistas, o perecieron a causa de la megalomanía de papas y gobernantes. Sin embargo, testarudo y perserverante, como todo buen banquero, el Arco de Jano siguió de pie, soportó el abandono, el paso de los años, las inundaciones del río, unas cuantas guerras, saqueos e invasiones. Incluso en algún momento a alguien se le ocurrió construir en sobre él una pequeña fortaleza, aprovechando su altura, la cual fue demolida a mediados del siglo XIX, de la cual presumimos data aquella extraña puerta, situada a unos 8 o 10 metros de altura y a la cual no se puede acceder.

Así pasan las vicisitudes humanas y el buen arco permanece tranquilo, semi escondido a los pies del monte Palatino mirando hacia el rio Tíber, con sus casi 1700 años esperando, quizás a que alguién por fin llegue con la llave y logre abrir el candado de aquella vetusta puerta.