jueves, 4 de diciembre de 2008

Del vacío al olvido - 3

Caen una a una, mecánicamente, las pequeñas hojas de un árbol que acaba de nacer, sin siquiera emitir un quejido. Algo que apenas asomó a la vida muriendo sin saber porqué. De cuantas certidumbre se pueden llegar a tener, sólo las menos optimistas reciben algún refuerzo, una y otra vez.

La ambigüedad permanente de no poder vislumbrar que está sucediendo, la ceguera constante de no haber sabido nunca nada concreto. Viviendo a tientas, en las sombras, entre ruidos, palabras, aromas y confianzas; en la ausencia de constancias, y el exceso de promesas. Recurrentemente, la nostalgia por los días que no llegaron a ser. El vacío, la sensación molesta de haber vivido esto antes. El vacío. La ausencia de sentido. La falta de entendimiento. La nada. Cual si solo eso hubiese sucedido, en el abrir y cerrar de ojos en que imaginó un sueño. Nada.

Todo continúa su marcha tediosa. De vuelta a lo de siempre. Nada. Algunos bailán con la fea, otros se aburren de hacerlo con la hermana, y otros simplemente se ponen a bailar sin música, ante la curiosa mirada del resto. Algún esbozo de sonrisa. Miradas apáticas. Rostros vacíos, gestos sin significado. La vida continúa.

¿Ella?, de vuelta a su vida, después del breve paso por el hotel, que por cómodo que sea no se compara con el calor del hogar. El volviendo a la falta de la suya. En verdad, cuando se es nómade por accidente, cuando estamos cansados, nos detemenos o seguimos a la intemperie rumbo a ningún lado, cuan agodedora nos peude parecer la tibia habitación de un hotel. ¿Qué hacer?, ¿dónde ir luego? Se acabó el dinero, y el sol huyó hace semanas. Recogen el decorado, se llevan la publicidad, apagan las luces y cierran el local. Recordando tan sólo una vieja canción de un tal Lennon: "... dream is over, what can I say? Dream is over, yesterday."

2004

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