Desde el momento en que los vestigios del paso del tiempo adquieren una sospechosa actualidad, en el cual, el fruto de la carencia y la ingeniosa respuesta a la precariedad, como resultado del abandono y el negligente olvido, pasan a convertirse en objeto de "culto", es momento de preguntarse si hay algo que huele mal en todo esto.
Cuanto parece gustarnos Valparaíso, con sus historias, personajes extraños, cerros, rincones, casas en posiciones increibles, colores renacidos, y tiendecitas de diseño, cafés, bares y restaurantes recién instalados, a quienes no vivimos en ella. Lo admito, me gusta a mi también.
Pero en contrapartida, que poco parecen gustarnos el ruido de la ciudad, el desorden, el aroma a puerto decadente, el comercio ambulante, la suciedad de las calles y la proliferación de jóvenes de aspecto "sospechoso". En potras palabras, los porteños y su mala costumbre de vivir como les place en su ciudad, sin respetar las reglas que nos gustaría imponerles.
Cómo dijo alguien por ahí, que lindo sería Valparaíso sin los porteños. Quizás sea una adaptación de la idea italiana que se escucha de vez en cuando en el centro norte de la bota itálica, "la cosa che non mi piace di Napoli sono i napolitani ..."
Pues en el fondo, quizás no nos guste tanto Valparaíso, y tan solo nos agrade la escenografía que ofrece, la cual querríamos trasplantar a otro lugar o congelar en el tiempo como museo al aire libre, pero sin la gente que la habita, que la ensucia, que la vuelve insegura, que querría modenizarla ante a nuestro estupor.
La misma que fatiga bajando y subiendo cerros cotidianamente, para servirnos cuando la vamos a visitar. La misma gente que lentamente, va vendiendo sus casas en la "ciudad museo", para encaramarse cada vez más lejos cerro arriba, y que baja a la ciudad "espectáculo" a ver si puede aprovechar algunos de los beneficios que ofrece "el culto a las latas de Valparaíso".
Quizás solo interese crear un espacio vaciado de contenido (y de habitantes) donde se ejecuta la representación de una época extinta, que se ofrece como producto al turismo de masas.
1 comentario:
La verdad es que me parece pertinente preguntarse sobre lo realmente importante de Valparaíso, pero no estoy en nada deacuerdo con aquella frasecita pedante en la cual responsabilizan a los Napolitanos, por la poca prolijidad de su ciudad, por consecuencia tampoco me parece correcto responsabilizar a los porteños de la hediondez o suciedad de tan pintoresca ciudad. Creo mas bien que hay una especie de letargo, o costumbre a la inoperancia de la institucionalidad, quizás falta de educación que se ha transferido de una generación a otra (pero de estos está lleno en todos lados), y para cada uno de los poderes reinantes ha sido mucho más fácil hacer política con este habitante un poco dormido. Pero sin lugar a dudas, creo que valparaíso no sería la misma sin aquel personaje que sube y baja sin descanso, los perros dormidos hambrientos amigos, el bar de mala muerte y aquel mas novedoso y exótico, la calle gastada vieja enmalesada, el rincón que brilla y te sorprende, aquella lata oxidada de colores que creíamos no existía, en fín...
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