Es de noche ya, cada vez más temprano, aún no daban las 19:30 y la oscuridad se hacía presente en la ciudad. La presencia del otoño se siente, aunque aún los días son calurosos y el sol impera a voluntad. Claro que por estos días luce cansado, un poco hastíado, como si de tanto salir, iluminar y calentar, se aburriera y pidiera vacaciones adelantadas.
Tímidas, las primeras luces del alba, apenas trajeron consigo un manto de nubes ligeramente grises. Se respira esa extraña atmósfera, donde se confunde el comienzo con el final. Las ventanas han comenzado a golpearse y los arboles a moverse. Los quejidos de las nubes grises, comienzan a botar sus primeras gotas aun tibias.
Continuará ...